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miércoles, 15 de abril de 2015

La mansión del salto del Tequendama

Aproximadamente a 18 kilómetros, saliendo de Bogotá D.C. por carretera, en dirección oeste, encontraremos una de las cascadas más representativas de la geografía colombiana, el salto del Tequendama. Según una leyenda Muisca, contada por los Chyquy (sacerdotes) del Cacicazgo de Bacatá, este salto de agua natural, ubicada en el actual municipio de Soacha, Cundinamarca, se formó por acción divina; con el fin de evacuar las aguas que inundaban la sabana de la capital de Colombia (leer leyenda). Tiene una caída de 157 metros a un abismo agreste y rocoso, un abismo que tiene un extraño romanticismo, pero también una tradición macabra a través de los tiempos.


A finales del siglo XIX, las aguas del gran río Bogotá se comienzan a explotar para generar energía, cuando se inaugura en 1895-97 la primera hidroeléctrica en Colombia, la hidroeléctrica “El Charquito”, construida unos 700 metros antes de la catarata. A principios del siglo XX, con el crecimiento poblacional de la capital y la influencia europea en su sociedad, la zona adquiere un atractivo turístico, que se estableció con la inauguración de la “Mansión del Salto del Tequendama”, una exquisita construcción de estilo francés, de 1480 metros cuadrados, cinco niveles de grandes salones, habitaciones, altillos y sótanos; donde el arquitecto Carlos Arturo Tapias, quiso representar la elegancia de las élites sociales en la Bogotá de los años 1920. La mansión que se construyó en 1923, comenzó a funcionar como estación terminal del ferrocarril del sur, y en 1927, se inauguró como Hotel El Refugio del Salto, abriendo sus lujosas puertas a la rancia aristocracia capitalina, con el gran atractivo de tener un mirador que daba una espléndida vista hacia la catarata y, por supuesto, al abismo.

En 1940 se realizan nuevas obras para la construcción de un embalse que permitiría el almacenamiento del agua de dos microcuencas, el embalse del Muña, en el municipio de Sibaté; además de poder aprovechar aún más la generación de energía en el salto. Este represamiento, comenzó a afectar el caudal de agua en la caída; además, debido al incremento poblacional en la capital, el río comenzó a sufrir un grave daño por contaminación, que afectó significativamente la flora y la fauna del lugar, como del ambiente en general por los fuertes y nauseabundos olores que emanaban del río… El interés por la Mansión del Salto, se fue perdiendo, hasta que es vendida a particulares en la década de los 50. A partir de ahí pasó de mano en mano, con dueños que la descuidaron a tal punto que de aquellos días de gloria poco o nada quedaba. Desde los años 1990, y por dos décadas, el hotel estuvo completamente abandonado. El deterioro del edificio requería grandes gastos en remodelación, que no valía la pena, considerando que la contaminación del río hacía prácticamente invivible el lugar.

Hoy día, a la par de un ingente esfuerzo para recuperar el río Bogotá y descontaminarlo, el Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Colombia se encargó en conjunto con la Fundación Granja Ecológica el Porvenir, de renovar el hotel y convertirlo en un museo.  La mansión reabrió sus puertas al público el 23 de agosto de 2012 con la exhibición "Cavernas, ecosistemas del mundo subterráneo". La mansión del salto, hoy se conoce como: Casa Museo Salto de Tequendama Biodiversidad y Cultura.

Se sabe, que por alguna razón… el salto del Tequendama, es uno de los lugares escogidos por quienes tienen en mente terminar con sus vidas. Se saben de casos de amantes despechados, de homicidas pasionales, personas desesperadas que se lanzaron al río para caer 157 metros abajo junto con las aguas contaminadas del río. Pero también se sabe, que durante las décadas de abandono absoluto de la casa, el mirador se convertía en una suerte de plataforma de suicidas. Se supo de mucha gente que se lanzaba al vacío. Estas historias reales dieron paso a otras historias, cuya veracidad no podemos confirmar aquí… Son los visitantes del lugar, turistas y locales, y hasta quienes están a cargo de la vigilancia, quienes cuentan sobre espectros lívidos que deambulan por los alrededores, o asoman por las ventanas de la casona hacia el abismo. Almas en pena, que abandonaron voluntariamente el mundo de los vivos por amor o desdicha… Y otros cuentan que no es raro tampoco, escuchar gritos desgarradores que resuenan con ecos de ultratumba en el fondo de El Salto del Tequendama.


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ZONA D

1 comentario:

  1. LO ENCONTRÉ POR CASUALIDAD, ME ENCANTO POR LO MISTERIOSO Y FANTÁSTICO ENTORNO, EN FIN ME MARAVILLO, GRACIAS.

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