Aproximadamente a
18 kilómetros, saliendo de Bogotá D.C. por carretera, en dirección oeste,
encontraremos una de las cascadas más representativas de la geografía colombiana,
el salto del Tequendama. Según una leyenda
Muisca, contada por los Chyquy (sacerdotes) del Cacicazgo de Bacatá, este salto de agua
natural, ubicada en el actual municipio de Soacha, Cundinamarca, se formó por
acción divina; con el fin de evacuar las aguas que inundaban la sabana de la
capital de Colombia (leer leyenda). Tiene una caída
de 157 metros a un abismo agreste y rocoso, un abismo que tiene un extraño
romanticismo, pero también una tradición macabra a través de los tiempos.
A finales del
siglo XIX, las aguas del gran río Bogotá se comienzan a explotar para generar
energía, cuando se inaugura en 1895-97 la primera hidroeléctrica en Colombia, la
hidroeléctrica “El Charquito”,
construida unos 700 metros antes de la catarata. A principios del siglo XX, con
el crecimiento poblacional de la capital y la influencia europea en su
sociedad, la zona adquiere un atractivo turístico, que se estableció con la inauguración
de la “Mansión del Salto del Tequendama”, una exquisita construcción de estilo
francés, de 1480 metros cuadrados, cinco niveles de grandes salones, habitaciones,
altillos y sótanos; donde el arquitecto Carlos
Arturo Tapias, quiso representar la elegancia de las élites sociales en
la Bogotá de los años 1920. La mansión que se construyó en 1923, comenzó a funcionar
como estación terminal del ferrocarril del sur,
y en 1927, se inauguró como Hotel El
Refugio del Salto, abriendo sus lujosas puertas a la rancia aristocracia
capitalina, con el gran atractivo de tener un mirador que daba una espléndida
vista hacia la catarata y, por supuesto, al abismo.
En 1940 se
realizan nuevas obras para la construcción de un embalse que permitiría el almacenamiento
del agua de dos microcuencas, el embalse
del Muña, en el municipio de Sibaté; además de poder aprovechar aún más la
generación de energía en el salto. Este represamiento, comenzó a afectar el
caudal de agua en la caída; además, debido al incremento poblacional en la
capital, el río comenzó a sufrir un grave daño por contaminación, que afectó
significativamente la flora y la fauna del lugar, como del ambiente en general
por los fuertes y nauseabundos olores que emanaban del río… El interés por la Mansión
del Salto, se fue perdiendo, hasta que es vendida a particulares en la década
de los 50. A partir de ahí pasó de mano en mano, con dueños que la descuidaron
a tal punto que de aquellos días de gloria poco o nada quedaba. Desde los años 1990,
y por dos décadas, el hotel estuvo completamente abandonado. El deterioro del
edificio requería grandes gastos en remodelación, que no valía la pena,
considerando que la contaminación del río hacía prácticamente invivible el
lugar.
Hoy día, a la par de un ingente
esfuerzo para recuperar el río Bogotá y descontaminarlo, el Instituto de
Ciencias Naturales de la Universidad
Nacional de Colombia se encargó en conjunto con la Fundación Granja
Ecológica el Porvenir, de renovar el hotel y convertirlo en un museo. La mansión reabrió sus puertas
al público el 23 de agosto de 2012 con la exhibición "Cavernas, ecosistemas del mundo
subterráneo". La mansión del salto, hoy se conoce como: Casa Museo
Salto de Tequendama Biodiversidad y Cultura.
Se sabe, que por alguna razón… el
salto del Tequendama, es uno de los lugares escogidos por quienes tienen en
mente terminar con sus vidas. Se saben de casos de amantes despechados, de
homicidas pasionales, personas desesperadas que se lanzaron al río para caer
157 metros abajo junto con las aguas contaminadas del río. Pero también se
sabe, que durante las décadas de abandono absoluto de la casa, el mirador se
convertía en una suerte de plataforma de suicidas. Se supo de mucha gente que
se lanzaba al vacío. Estas historias reales dieron paso a otras historias, cuya
veracidad no podemos confirmar aquí… Son los visitantes del lugar, turistas y
locales, y hasta quienes están a cargo de la vigilancia, quienes cuentan sobre espectros
lívidos que deambulan por los alrededores, o asoman por las ventanas de la
casona hacia el abismo. Almas en pena, que abandonaron voluntariamente el mundo
de los vivos por amor o desdicha… Y otros cuentan que no es raro tampoco,
escuchar gritos desgarradores que resuenan con ecos de ultratumba en el fondo
de El Salto del Tequendama.
Si quieres que te traigamos más lugares del mundo, llenos de
historias no olvides dar “Me gusta”, comentar y compartirnos con tus mejores
amigos y amigas. Suscríbete también a nuestros blogs, ZONA D Y ZONA D-Relatos,
y no te pierdas de esta fascinante aventura que os traemos con la alegría de
ofrecerte a ti un producto excelente.
LO ENCONTRÉ POR CASUALIDAD, ME ENCANTO POR LO MISTERIOSO Y FANTÁSTICO ENTORNO, EN FIN ME MARAVILLO, GRACIAS.
ResponderEliminar